Las comunidades virtuales de aprendizaje: sus orígenes


Comunidades virtuales

 Las comunidades virtuales pueden gestarse tanto en espacios cerrados de interacción (por ejemplo, aulas o foros virtuales que diversas instituciones ponen a disposición de sus estudiantes y académicos), como en espacios abiertos que ofrecen empresas globales de medios, y que incluyen tanto un escenario permanente para la interacción de sus integrantes, como una serie de herramientas de comunicación como listas de distribución, discusiones asincrónicas, historial de mensajes, la posibilidad de compartir archivos, salas de chat, etc.

                                   


Pero, ¿Qué mecanismos se ponen en juego en las comunidades virtuales de aprendizaje para contribuir a la consolidación del capital cultural de sus participantes? A grandes rasgos, éste es el problema que pretende abordar este artículo. Para responderse positivamente, se propone el acercamiento a una comunidad virtual que muestra evidencia empírica sobre los productos, contenidos y mecanismos de interacción que contribuyen a formar, consolidar o compartir capital cultural. Se trata de una comunidad de aprendizaje de alcance global: el grupo de Semiótica cognitiva. El objetivo es identificar indicadores específicos que materializan la categoría de capital cultural (planteada por Pierre Bourdieu) y la desagregan en capital cultural institucionalizado, incorporado y objetivado. A partir de este ejercicio de identificación y análisis es posible establecer líneas generales para establecer las potencialidades y las limitaciones de las comunidades virtuales de aprendizajes como mecanismos de construcción de conocimiento colaborativo y global.

                                             


Para quien se halle en la disposición de reflexionar sobre el concepto de comunidad, reconocerá en la obra de Ferdinand Tönnies, autor originario de la distinción entre “comunidad” y “sociedad”, uno de los postulados filosóficos y sociológicos más importantes para su esclarecimiento. Este autor asegura que la comunidad es la forma originaria más antigua de la vida colectiva basada en la comprensión mutua y la voluntad para convivir pacífica y conjuntamente, bajo un régimen de cooperación. Incluso, anteriores a la creación de la sociedad, las relaciones comunitarias (de parentesco, de vecindad y de amistad) crean su esencia en el intercambio de la posesión de cosas que surge con la interacción. (Tönnies, 1986; Schluchter, 2011).

Castells afirma que, si bien el término de “comunidades virtuales” resulta polémico por el concepto tradicional que subyace en la palabra comunidad (sin asimetrías, geográficamente limitada y culturalmente homogénea, cuya existencia real siempre ha sido cuestionada), permite poner el acento en nuevas formas de socialización que diluyen el componente geográfico y privilegian las afinidades entre sus miembros. En ese sentido, una redefinición de comunidad que se adecúe a las formas reales que se desarrollan en el espacio virtual, tendría que poner énfasis en la función de apoyo que cumple para los individuos; por eso Castells respalda la definición establecida por Wellman: “Las comunidades son redes de lazos interpersonales que proporcionan sociabilidad, apoyo, información, un sentimiento de pertenencia y una identidad social”. (Castells, 2001, p.10).

En casi todas las referencias al concepto de comunidades virtuales se reconoce a Howard Rheingold como el pionero en su utilización y definición. Para este autor, una comunidad virtual es aquella conformada por un grupo de personas que intercambian palabras o ideas a través de listas de discusión y redes telemáticas. Para el éxito de una comunidad, se plantea que los integrantes deben apegarse a cierto “contrato social”, a partir del cual se obligan a ciertos comportamientos a cambio de ciertos beneficios, casi siempre ligados a intereses comunes entre el grupo. (Rheingold, 2008, p.3).

Los rasgos distintivos de una comunidad virtual podrían resumirse en los siguientes puntos: a) Interacción entre personas mediada por máquinas. b) Flexibilidad espacial y temporal. c) Intercambio de información y conocimiento entre sus participantes. d) Lenguaje compartido (lo cual no se reduce al idioma). e) Realización de tareas conjuntas y persecución de intereses comunes. f) Libertad de integrarse o separarse de la comunidad. (Cabero, 2006).

Todo lo anterior tiene el propósito, no sólo de compartir información a través de la web, sino de fomentar un sentimiento de comunidad que gire en torno a tareas, intereses y objetivos comunes y que valore la participación de sus integrantes. Al igual que las comunidades físicas generan sociabilidad, relaciones y redes de relaciones humanas, normas de comportamiento y mecanismos de organización. (Salinas, 2003).

Puedes ver un vídeo sobre las comunidades virtuales de aprendizaje a continuación CLIC AQUÍ: 

Capital institucionalizado

 Este tipo de capital -según Bourdieu- lo confieren los títulos académicos que certifican la adquisición y el desarrollo de competencias culturales. Su reconocimiento es convencional y está sancionado legalmente por las instituciones que lo otorgan. En el caso de la comunidad analizada, sus miembros no se presentan de manera obligada a partir de los grados académicos que han conseguido en lo individual. Dentro del corpus, sólo en 29 mensajes de los 180 analizados, sus autores refieren sus grados académicos de manera explícita, de los cuales 25 dicen poseer el grado de doctor, tres de licenciado y uno de estudiante de licenciatura.



Capital objetivado 

El capital objetivado se manifiesta físicamente en las posesiones materiales vinculadas a la cultura de los sujetos. La característica fundamental de este tipo de capital es su posibilidad de transferirse materialmente y ser objeto de apropiación física y simbólica; esto último si se cuenta con el suficiente capital cultural. Es por ello que, en el análisis realizado en el grupo de Semiótica cognitiva, los indicadores que dieron cuenta de la posesión y el intercambio de este tipo de capital fueron:

a) Obras. Los libros, artículos, ensayos y cualquier tipo de texto literario o científico que fuera citado o compartido en la comunidad se consideraron capital objetivado, ya que tienen una existencia material o virtual que contribuye a adquirir o consolidar el capital cultural de los integrantes del grupo.

 b) Eventos. Se identifican como capital objetivado en la medida en que la vivencia del evento, los procesos de socialización que allí tienen lugar y el intercambio de ideas materializadas en forma de discursos en lenguaje oral o escrito que ahí se producen y difunden, se manifiestan materialmente y también contribuyen al enriquecimiento del capital cultural de los que los presencian.

 c) Vínculos. Podría cuestionarse la existencia material de la información que se comparte a través de páginas web y, por lo tanto, su viabilidad para considerarse capital objetivado.   

Un dato interesante es que once de las obras referidas son de la autoría de los mismos miembros de la comunidad, lo cual pone de relieve la posibilidad de utilizar este espacio común para la difusión de obras propias. Esto garantizaría un público concentrado en los temas que son del interés de los integrantes de la comunidad; y al focalizarse el público, la posibilidad de generar interés o empatía podría potenciarse.

Capital incorporado 

Se trata de una de las categorías más complejas de entender y analizar dentro de la propuesta de Bourdieu. El capital incorporado implica un proceso de interiorización de la cultura, que surge de un periodo de enseñanza y aprendizaje y, por lo tanto, de un periodo de inversión de tiempo por cultivarse y de un afán de saber (en cierto sentido, de una especie de motivación intrínseca que obliga al sujeto a buscar, exponerse a y generar conocimiento). Es el capital que se integra al sujeto y que puede exteriorizarse a través de procesos de verbalización, acciones, conductas o actitudes. Dado que pertenecer a una comunidad es un acto voluntario, la participación que se exhibe dentro de la comunidad apunta también a una disposición voluntaria del sujeto. El tiempo que se destina a intervenir, publicar y leer los mensajes que circulan en el interior de la comunidad obedece a objetivos personales: de expresión, de difusión, de consulta, etc. 

Conclusión

Para el enfoque constructivista de la educación, las comunidades virtuales de aprendizaje encuentran su razón de ser en la participación conjunta de experiencias socioculturales y colectivas, relevantes y auténticas, que enfatizan el trabajo cooperativo y la co-construcción del conocimiento. (Díaz Barriga, 2005). Los intereses y problemas compartidos, así como la determinación de metas comunes, se convierten en la base de la estructura comunitaria, pero también fomentan el compromiso y la responsabilidad con los otros. Incluso, la diversidad de roles e identidades individuales, en el ciberespacio reconocido como propio, se enriquecen con las improntas de una identidad colectiva.

Las comunidades virtuales de aprendizaje requieren, no obstante, de una serie de condiciones que favorezcan la verdadera vida en comunidad y logren el objetivo del enriquecimiento cognitivo y cultural de sus integrantes. Entre estas condiciones se encuentran:

a) Carácter abierto e internacional. Hoy por hoy, existe una marcada tendencia hacia la flexibilización de las prácticas educativas, formales y no formales.

b) Interculturalidad. De la mano del punto anterior, es necesario reconocer que gracias a la web y a los recursos tecnológicos es posible romper barreras espacio-temporales y, con ello, facilitar la comunicación entre personas situadas en diferentes contextos.

Comunicación dialógica. Aparici (2011) recupera la obra de Freire para exponer las bases de la educación dialógica. Freire concebía al diálogo como una metodología y una filosofía, ligado a la participación en la construcción colectiva del conocimiento. Señalaba que el diálogo era el mecanismo para problematizar la realidad; luego, comprenderla, explicarla y transformarla. La horizontalidad de los procesos comunicativos es una condición básica para el intercambio de conocimientos en las comunidades virtuales de aprendizaje.

d) Compromiso individual. En la medida en que se adopte el compromiso personal y la responsabilidad hacia los propósitos comunitarios, se favorecerá también la consecución de las metas individuales y colectivas en las comunidades virtuales de aprendizaje. 


Bibliografía

Morales, I. M. (enero de 2019). Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Obtenido de Pontificia Universidad Católica del Ecuador: asset-v1:IEDEP+IEDEP.EN1020.TC100+2023+type@asset+block@Actividad_2_segundo_texto.pdf

 

Comentarios

  1. Las comunidades virtuales del aprendizaje son las mas comunes hoy en día y son una herramienta indispensable en la educación.

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